miércoles, diciembre 20, 2006

Mami, ya no estará…


A través de la ventana lo vi marchase. Afuera jugaba Xavier, que ni siquiera se percató de la pelea No escuchó las palabras agraviantes, ni los golpes que recibí de él.

Xavier me mira y sonríe desde el jardín. Sus pequeñas manos me inducen a un abrazo. Pero no bajaré, no podría decirle que pronto tendré que irme.

No siento dolor por los golpes, ni mis lágrimas recorren mis mejillas. Sólo me invade el miedo de su regreso por Xavier. Dios ayúdame a alejarlo de él.

Mi mirada registra por última vez la habitación, se detiene en ese cuerpo inerte. ¡Si soy yo! Aunque la sangre ha bañado el rostro, es inútil negar mi muerte.

Es hora de despedirme de Xavier. De repente se convertirá en un hombre.

En ese momento llega un automóvil de la policía y baja al asesino de mis sueños y de mi cuerpo, pero no de mi alma.

1 comentario:

Qymera dijo...

Un texto que presenta la crudeza e la violencia y cómo nos toca a todos de alguna manera. Un texto breve, pero no por eso deja de ser impactante o quizá sea precisamente por eso que más lo sea.